2022

Prólogo escrito por el Prof.Dr.Jose Alfonso Delgado para el nuevo libro dr Mansour Mohammadin con el titulo : El Capitalismo está en crisis ( II )

El Capitalismo está en crisis. Importancia de la Bioeconomía y del tercer Camino.

Prólogo o introducción a la obra.

José Alfonso Delgado

15 de mayo de 2021

Esta es la continuación del prólogo que está en el año 2021 aquí.

Para contrarrestar el equilibrio reduccionista neoclásico, Mohammadian apela al equilibrio holístico bioeconómico, expresado en el mantra de la Bioeconomía: “asegurar el bienestar de uno mismo, además de asegurar el bienestar de los demás y del Planeta”. La Bioeconomía se basa en demostrar las interacciones epistemológicas entre los aspectos biológicos y económicos de la existencia humana y superar la brecha entre la cultura empírica de la Biología, la que surge de las leyes eternas de la naturaleza y la que surge de la cultura literaria de la Economía. 

Lotka y Volterra descubrieron en 1925 el modelo matemático que rige la competencia entre especies “depredador-presa”, con ese comportamiento oscilante entre abundancia y hambruna. La Humanidad, hasta la llegada de la revolución industrial, se ha atenido más o menos, a estas reglas, razón por la cual, además de por las guerras y las enfermedades, sobre todo infecciosas, el crecimiento de la población mundial se ha mantenido más o menos, si no estable, si con un crecimiento exponencial en su tramo leve. Pero con el advenimiento de la industria en todos los sectores productivos humanos, en los países donde esta revolución se ha ido implantando, este comportamiento oscilante ha desaparecido para provocar un crecimiento exponencial acelerado y disparado, a costa de un consumo, un gasto y una generación de deshechos explosiva. Así que los periodos de abundancia y hambruna han quedado relegados a los países en vías de desarrollo (o países pobres para entendernos). 

Hasta tal punto es así, que ahora, la denominada huella ecológica de los países o, exigencia de consumo de recursos de la Humanidad respecto de lo que es posible generar la Tierra, es como si todo el recurso que puede dar la Tierra en un año (materias primas de todo tipo), la Humanidad lo consumiera, llegara a un 100% de consumo posible, durante el mes de agosto. Es decir, si el ser humano consume el 100% de lo que puede dar la Tierra en un año, tal día como el 15 de agosto, el 31 de diciembre habrá consumido un 174% de la capacidad productiva del Planeta. Pero es lo que está sucediendo en las últimas décadas, sobre todo desde que la capacidad PIB está en manos de la Economía especulativa financiera, que fuerza a recalentar la máquina productiva humana muy por encima de sus posibilidades. La hipoteca de futuro para las nuevas generaciones es ya impagable. 

La Bioeconomía supone un cambio radical de actuación. Primero, un cambio de ideología de una economía capitalista destructiva a una economía constructiva de realidades fundada en el capital social. Segundo, un cambio de mentalidad, de una economía de competición y una economía basada en la solidaridad, la fraternidad, la confianza y la empatía social. Tercero, un cambio de actuación, de un comportamiento único de producción y consumo maximalista y cortoplacista en los beneficios a un comportamiento de consumo de necesidades y con visión a largo plazo de causa-efecto; es decir, asumir la inevitable “complejidad dinámica” de los sistemas vitales de la Biosfera, en la que el ser humano está inmerso, aunque no termine de creérselo.

Por último y no menos importante, está el principio de sinergia entre el pragmatismo neoclásico y el idealismo del Tercer Camino, entre el empresario industrial y el empresario social.

Mohammadian va desgranando a lo largo del libro los diferentes conceptos, tanto de la Bioeconomía, como de los elementos ejecutivos del Capitalismo del Tercer Camino donde el talón de Aquiles no es tanto la capacidad intelectual del ser humano de pensar y diseñar un Capitalismo acorde con la Termodinámica natural, con la lucha contra el caos de la entropía y con el respeto de las leyes de Lotka y Volterra, para conseguir lo que Lovelock denomina “una retirada sostenible”, ese empeño y esfuerzo que ha de emprender el Hombre para revertir la amenazante “venganza de la Tierra”. Ese no es el problema, de hecho, las últimas iniciativas de los poderes mundiales parecen ir en ese sentido, como veremos a continuación.

El problema, según Mohammadian, es la capacidad que puede tener el ser humano de dar prioridad a los “factores-no-económicos” como motores de las iniciativas de la actividad económica de los pueblos de la Tierra.

¡Es la ética, estúpido! O casi más bien, la espiritualidad, como diría aquel que quiere hacer ver dónde está realmente el problema. Mohammadian suele referirse a la Ética como el “octavo principio” de los que constan las bases de la racionalidad bioeconómica, a saber:

El primer principio es el enfoque biológico de la realidad humana, planteamiento sistémico, holístico, termodinámico, regido por las leyes que gobiernan el mundo natural, que querámoslo o no, también nos gobiernan a nosotros.

El segundo  principio es la importancia de la Cognición, o la facultad de los seres humanos de procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido y características subjetivas que permiten valorar y considerar ciertos aspectos en detrimento de otros. Ambos principios son fundamentales para superar el planteamiento lineal y simple de la vida. La vida es un inmenso sistema de comportamiento no lineal y complejo, que muestra un atributo inquietante, que es la ya conocida “complejidad dinámica”, por la que el comportamiento a corto plazo es diferente al comportamiento a medio y largo plazo. Esto confunde y arrasa planteamientos cortoplacistas como soluciones a los problemas, a lo que estamos tan habitualmente acostumbrados con el nefasto arquetipo del “desplazamiento de la carga” o, el que venga atrás, que arree.

El tercer principio es atribuir la importancia que merece los valores ambientales, culturales y éticos cara a alcanzar la tan ansiada sostenibilidad. Ser conscientes de que no vivimos en una burbuja tecnológica, sino en plena Naturaleza, aunque vivamos en el centro de Manhattan, en Nueva York.

El cuarto principio es la importancia capital de los factores no económicos, véase la motivación, la ilusión de la gente por el trabajo, el afecto, la solidaridad, el respeto por los demás, la cortesía. Es la Primera de las cinco disciplinas de una organización inteligente según Peter Senge.

Es de importancia capital el quinto principio, el diálogo, la comunicación de las personas, la ética comunicativa, la Segunda de las cinco disciplinas “la construcción de una visión compartida entre todos”, ese caminar alineados hacia objetivos comunes, hacia nuestro particular “Straw model”, hacia nuestros ideales de sociedad y de mundo compartidos. Y con ello, la Cuarta disciplina, el aprendizaje en equipo, que lo que yo descubro beneficie y lo descubran también los demás. 

El sexto principio es volver a recuperar de alguna forma “el valor intrínseco” de los bienes y servicios frente al “valor de cambio”. No puede ser que el valor de las acciones de una empresa se revalorice de la noche a la mañana un 40% o caigan un 40% por un mero movimiento especulativo o la firma de un papel; o un terreno que hoy es rústico y vale diez, mañana por la firma de un alcalde pase a valer mil. Este es el principio de la Banca ética, invertir en economía real, productiva y no en economía especulativa.

El séptimo principio es el reforzamiento del sentido de pertenencia al grupo o a la organización, sentir que lo que te une a la empresa es algo más que el sueldo que recibes a fin de mes. Esto es esencial para desmontar la nefasta creencia de que “yo soy mi puesto”. Esa creencia de que en mi organización yo soy yo y lo demás no me importa. Este séptimo principio de Mohammadian, es el germen de la Quinta disciplina de las organizaciones, la visión sistémica, que alcanza su plenitud en…

…El octavo principio, el reconocimiento de la falsedad de la racionalidad de la teoría neoclásica, y descartar que las gentes no se mueven exclusivamente por motivos estrictamente egoístas y personales; que existe un sentimiento comunitario que ciertamente está aletargado porque se nos obliga a luchar con uñas y dientes para conseguir un puñado de dólares para sobrevivir.

Efectivamente, al final, el problema de nuestro mundo no son los diferentes modelos económicos, o ni siquiera los regímenes políticos, por mucho que quiera la izquierda demonizar a la derecha y esta demonizar a aquella. Casi el modelo económico daría lo mismo si, fuera el que fuera, se ajustara  a los principios fundamentales de la Ética: no hacer daño, hacer el bien, ser ecuánimes y respetar la autonomía de los demás; principios que son rigurosamente aplicables al prójimo, tanto cercano como lejano, como al conjunto de la Madre Tierra, a la Naturaleza.

Es decir, todo el discurso de la Bioeconomía, como principios fundamentales, como Capitalismo del Tercer Camino (CTC), se basa en la Ética como motor del comportamiento humano tanto entre los seres humanos como de estos en relación con la Naturaleza, de quien dependemos sin posibilidad de escape. De hecho, el Tercer Camino de Mohammadian asume el término “capitalismo”, porque como tal, el Capitalismo NO ES en sí mismo el problema, de hecho, el capitalismo es el modo natural de relaciones de mercado entre los agentes económicos de toda la vida, mientras el marxismo, por cierto, fue una idea tan luminosa como imposible que se le ocurrió a Marx un día mientras se duchaba.

Y como “lo que no se puede, no se puede y, además es imposible”, los agentes más poderosos de la Economía mundial, desde el final de la Segunda Guerra Mundial o aún mejor, desde el Mayo Francés del sesenta y ocho, le vienen dando vueltas a de qué forma solucionar el problema de la superpoblación y a los límites al crecimiento. Y volvemos al Covid, como situación, bien facilitada o aprovechada, para acelerar el objetivo final que han estado gestando los agentes económicos mundiales, denominado “Nuevo Orden Mundial”. 

Si uno repasa tanto las iniciativas de la ONU de Salud para Todos en el Año 2000 de la OMS-Alma Ata de 1978 o los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de 2000 o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2015 y la Agenda 2030, parecen indicar que el ser humano comienza a darse cuenta de que sólo desde la solidaridad entre naciones y con el objetivo de un panorama mundial tendente a ¿un gobierno único? va a ser posible frenar la deriva letal a que está conduciendo, tanto el capitalismo desbocado como los regímenes comunistas también desbocados. Si a esto añadimos la perfecta descripción que el Foro Económico Mundial (el de Davos), que es lo mismo que decir el Club Bilderberg de lo que se dieron prisa en bautizar (¡nada más iniciada la pandemia!) como el “Gran Reinicio” o gran reseteo, podemos ver cómo ellos, los amos del mundo, han caído en la cuenta de que el modelo económico mundial actualmente en vigor, no parece llevar a otra parte que no sea el desastre y el colapso de la Humanidad, predicho en su momento, 1972, por el Club de Roma en el informe “Los límites al crecimiento”. Así que, atendiendo a la tan genial como lamentable frase del sociólogo Paul Ehrlich “el hombre sabe responder muy bien a las emergencias, pero es incapaz de prevenirlas”, los amos del mundo han decidido, bien facilitar o aprovechar la crisis del Covid, para hacer ver a la gente, mediante una emergencia planetaria, lo necesario que para la Humanidad es someterse a un Gran reseteo de todos los sistemas económicos y sociales, se lleve por delante tanto millones de vidas como de haciendas.

Esto supone poner al mundo patas arriba, como se está haciendo pero…

El idílico mundo imaginado en la Agenda 2030, que bien podía ser al que nos llevaría directamente el Capitalismo del Tercer Camino, está quedando oscurecido por las sutiles amenazas de que al final el mundo de 2030 – 2050 sea la plasmación, punto por punto del “Mundo feliz” de Aldous Huxley o del “1984” de George Orwell. Es decir, se corre el peligro de dirigirnos a un mundo, a una sociedad mucho más distópica que la actual, si el Gran reinicio propuesto por Davos no es otro que una nueva y global tiranía tecnológica, eso sí, donde algo habrá que hacer con el excedente poblacional de más o menos la mitad de los seres humanos. Y todo ello, hasta que “el cuerpo aguante” o hasta que la Humanidad salte por los aires.

Es decir, Mohammadian viene a advertir, de nuevo, que… 

¡Es la Ética, estúpido!

Que de nada sirve imaginar y diseñar todo un proceso de agenda para un mundo de paz y amor, si el ser humano no es capaz de dar prioridad a los principios bioeconómicos y de ponerlos en práctica mediante el Capitalismo del Tercer Camino.

Decía Mahatma Ghandi que “en el Mundo prevalece mucho más el amor que el odio, porque si no fuera así, el mundo habría desaparecido hace ya mucho tiempo”. Y puede que sea así, pero el problema radica en que el amor construye, crea y relaciona, mientras que el odio destruye, explota y rompe y divide a los seres humanos. El amor trabaja lenta y silenciosamente, mientras que el odio o, simplemente la estupidez, trabaja rápido y entra en la vida de las gentes como un elefante en una cacharrería.

La realidad que estamos viviendo actualmente (2021) es la de una Sociedad distópica, muy enferma, como un edificio en estado de ruina total, a pesar de los avances científicos y tecnológicos, que de nada servirán si los valores de la Bioeconomía que, no es otra cosa que la Economía del bien y del sentido común natural del ser humano que se sienta parte intrínseca e inseparable de la Naturaleza, es decir, si los factores no económicos, no prevalecen finalmente sobre los factores estrictamente económicos. O dicho de otra forma, si ante el vicio de acumular, no se aporta la virtud de saber compartir, que diría Adam Smith en su “Riqueza de las naciones”.

En conclusión, como reza el título del libro, “El Capitalismo está en Crisis”, y con él, el conjunto de la Humanidad que ha llegado por fin, al límite de su capacidad de supervivencia. Esto no es ya un presagio mal agorero ni una profecía milenarista de las muchas que se han difundido a tenor del cambio de milenio, aunque bien es cierto que el calendario maya concluyó en 2012 y, una cierta mentalidad apocalíptica planea en los últimos años sobre las mentes de las personas.

En 2005, cuando conocí al Profesor Mohammadian y leí sus libros, su teoría me fascinó, porque cuadraba perfectamente con la visión sistémica del Mundo que yo había cultivado desde mis años de universitario, pero en aquel entonces, me di cuenta de que la viabilidad de la Bioeconomía y sobre todo de la aplicación del Tercer Camino, no tenía lugar, tanto más cuanto que tres años después, los grandes agentes económicos, esos que son “too big to fail” (demasiado grandes para caer), precipitaron la crisis de 2008, de las que aún en 2019 seguían quedando coletazos. 

Ahora, en 2021, en plena pandemia Covid, sigo viendo la Bioeconomía y su Tercer Camino complicada de poner en práctica y, como diría Lovelock, “es estúpido decirle a un enfermo de cáncer de pulmón que deje de fumar”, es decir, sigue siendo estúpido pensar en Objetivos de Desarrollo Sostenible, en una Agenda 2030 todo lo linda que pueda parecer (y no teniendo en cuenta el “lado oscuro de la Fuerza”, del Nuevo Orden Mundial), si se soporta en el insoportable PIB como indicador de desarrollo económico.

Es decir, si queremos ver una luz al final del túnel y no la luz del tren de la Historia acercándose rápidamente para pasarnos por encima, no hay otra alternativa que pensar en términos bioeconómicos y poner en práctica un Capitalismo de Tercer Camino.

Es lo que trata de explicar el Profesor Mohammadian en este nuevo libro que, en mi opinión, es tan profético como imprescindible entenderlo y ponerlo en práctica, porque nos va la vida en ello.

 

© Copyright 2024 MANSOUR MOHAMMADIAN. All Rights Reserved.